Vengo de la inauguración de la Escuela de Esgrima (Ateneo de Madrid – Barrio de las Letras) que acaba de abrir una nueva sede en la calle Academia, en Madrid. Vengo de brindar por un sueño que unos maestros han hecho realidad.
Mi relación con el mundo de la esgrima es puramente de amor. Empecé a dar clases de esgrima en la RESAD con uno de los profesores más importantes que he tenido en mi vida, Joaquín Campomanes, y he disfrutado y aprendido tanto que le tengo un cariño muy especial. Hasta ese momento desconocía por completo este deporte y lo que más me admiró fue la cantidad de similitudes que tiene con la interpretación (bueno, y lo divertido que es). Nosotros hacíamos esgrima escénica, es decir, aprendíamos posturas, ataques, defensas, etc. que se usan en la deportiva pero para actuarlas. Teníamos una partitura de movimientos que conocían el atacante y el defensor, pero tenía que parecer que era espontánea. Vamos, lo que viene siendo actuar. En aquellas clases aprendí y asimilé conceptos que hasta entonces no había visto tan claros:
- La acción – reacción: Hasta que uno no ataca el otro no se puede defender y aquí se veía claramente si estabas reaccionando al ataque o estabas anticipando una respuesta ya aprendida.
- La distancia: Para trabajar bien con el compañero y que se pudiesen realizar todos los movimientos había una distancia precisa. Encima del escenario también hay una distancia a la que se comunican bien los personajes.
- El ritmo: Las partituras tenían una musicalidad, el sonido de los sables o floretes te decía si actuabas de verdad o si estabas simplemente marcando. La vida tiene un ritmo y la interpretación tiene que transmitir ese latir.
- La postura: Cuando tu postura es correcta en esgrima, puedes jugar; hasta entonces fallarán mil cosas y no entenderás por qué. Y son detalles sutiles: echar para atrás el hombro, equilibrar el peso en las piernas, tener una distancia correcta entre los pies… El cuerpo prepara al actor para la escena, para hablar y escuchar bien, para transmitir lo que haga falta, y a veces la intención se pierde en una cabeza agachada.
Hay muchas más cosas que aprendí en esas clases y siento que la esgrima no me deja de dar lecciones. Hoy ha sido de la mano de otros maestros, Jesús Esperanza y Marco Cherubino. Tienen una maravillosa pasión: practicar y enseñar esgrima. Y querían hacerlo de la mejor forma posible. Su sueño era crear una buena escuela donde los alumnos pudieran trabajar y aprender. Una escuela espaciosa, bonita, luminosa y con buen ambiente, donde hubiese lugar para la esgrima deportiva y escénica, para niños, mayores, principiantes y profesionales. Y hoy la han inaugurado y me han enseñado que los sueños se cumplen, hay que trabajar mucho y muy duro, pero si no te rindes, los puedes hacer realidad.
Felicidades.
“No rechaces los sueños por ser sueños,
Todos los sueños pueden
ser realidad, si el sueño no se acaba”.Pedro Salinas
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