Tengo envidia de mí misma

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Me quejo porque no estoy en una serie trabajando y ganando pasta. Me quejo porque mi personaje en la película es pequeño. Me quejo porque mi personaje en la serie es muy protagonista y no tengo tiempo para nada. Me quejo porque mi escuela de interpretación tiene muchos fallos. Me quejo porque no he tenido la oportunidad de estudiar. Me quejo porque no me han escogido en el casting. Me quejo porque en la obra que estoy, después de pasar el casting, los ensayos están fatal organizados. Me quejo, me quejo, me quejo…

¡Venga ya! Vamos a darnos el lujazo de estar satisfechos con los que nos toca. De estar contentos por los proyectos en los que estamos y de nuestra vida como actores.

Yo pienso muy a menudo que me merezco mucho más de lo que tengo como actriz. Me lo he currado mucho, he estudiado, he trabajado horas y horas, he hecho proyectos propios, ¡hasta tengo Twitter!… He hecho todo lo que se supone que debía hacer para triunfar… Y sin embargo, aquí estoy mirando a mi alrededor y pensando si vendrá algún personaje más. ¿Me merezco mucho más? ¿O lo que me ha pasado y tengo como actriz ya está muy bien PERO me encantaría conseguir más?

Dicen de nuestra profesión que hay muchas envidias y luchas de egos… Lo que hay es que los actores somos seres insatisfechos por naturaleza y es agotador. Siempre pensamos que lo que le pasa al otro es mucho mejor que lo nuestro. Claro, mi amiga que ha hecho esta peli está triunfando, qué suerte. Y éste actor que no es nada del otro mundo no para de currar, ¡qué envidia! ¿Por qué no estoy yo en esa serie? Pues porque no te toca, porque estás en otras cosas y porque los demás se lo merecen tanto como tú.

Pero mírate. ¿Te acuerdas de cuando pensabas que te encantaría dedicarte a esto? Piensa en lo todo lo que has conseguido desde entonces como actriz/actor. (Pausa súper dramática, casi chejoviana) Pues eso. Y de ahí para arriba. Pero joder, vamos a valorarnos un poco. ¡Somos actores! Eso ya es maravilloso. Es la profesión más bonita del mundo.

Recuerdo que tras pasar una mala época como actriz, qué raro, de repente me dieron una muy buena noticia. Estaba tan acostumbrada a sentir que me iba fatal que no sabía cómo sentirme orgullosa. Me reía porque era algo muy bueno. Y entonces lo observé desde fuera y pensé que tenía envidia de aquella actriz. Y me reía. Y  partida de risa le decía a mi novio: “¡Tengo envidia de mí misma!”.

Y ahora, sentada escribiendo esto, sin grandes proyectos a la vista y pensando en cómo va mi carrera sigo pensando que tengo envidia de mí misma.

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